Nota del periodista Mauricio sabaj
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Las ranas toro, que se introdujeron para comercializar como alimento, no sólo escaparon de sus criaderos, sino que son las causantes de la extinción de sus congéneres en los ecosistemas en que se encuentran. “Si no se toman medidas provocarán pérdidas mayores”, dijo el licenciado en ciencia Gabriel Laufer, quien está trabajando en la investigación sobre este problema.
Esta rana, que llega a pesar 800 gramos, es una de las más grandes del mundo. Alcanza a medir 20 centímetros de la punta del hocico a la cloaca pero sólo sus patas estiradas llegan al doble de largo. Puede vivir más de 10 años, por lo que es considerada una especie longeva. Es buena saltadora y nadadora. Se alimenta de pequeños mamíferos, peces, aves de agua, insectos y otros anfibios. En la etapa de renacuajo, próxima a la metamorfosis, mide unos 10 centímetros de largo.
Es vector del hongo quitridiomicosis cutánea, que afecta a la piel de todas las especies de su género, pero al que ella es muy resistente. Según un informe realizado por un grupo de científicos integrado por Laufer, Andrés Canavero, Diego Núñez y Raúl Maneyro, publicado en la revista científica “Biological Invasions”, estas ranas frecuentemente tienen “alta densidad de población y la capacidad de invadir ambientes naturales facilita su potencial impacto en diferentes lugares a través de la depredación, competición y la modificación del hábitat”.
Sus espacios ideales son lagunas o tajamares en los que se mantienen toda la vida. Usan las aguas corrientes de ríos y cañadas para transportarse de un charco a otro pero no como sitios de reproducción.
En 1986, la DINARA (Dirección Nacional de Recursos Acuáticos) y el Instituto de Investigaciones Pesqueras, estudiaron la viabilidad de criar ranas toro para consumo interno y exportación. Se pensó en esta especie porque aproximadamente a los seis meses, cuando se la mata, tiene el tamaño de una rana criolla madura (la más grande de Uruguay), pero su carne, como aún no es adulta, es más tierna.
Dos años después se tenía “información suficiente para asegurar la viabilidad técnica y estimar una buena viabilidad económica”, dice en las Actas de Fisiología, volumen 10 del año 2005, de la Facultad de Veterinaria. Entre 1993 y 2000 hubo 18 “ranarios” privados; pero el negocio no fue viable debido a dificultades para exportar y a que las ventas en el mercado local fueron insuficientes. En la actualidad permanece funcionando sólo uno situado en San José. Su dueña, Adela Núñez, dijo que lo está por cerrar, que ya no las está comercializando y que no dejará ninguna rana viva.
A pesar del fracaso, este emprendimiento generó otro problema que según Laufer, “nadie lo vio ni lo pensó”. Éste fue que “todas las especies que se introducen en un lugar para reproducción terminan escapando y si es una especie invasora, puede llegar a generar severos daños ambientales”.
Se determina que una especie es invasora si causa daños en los ecosistemas donde se la introduce y sobre la biodiversidad de éstos. A la rana toro se la considera como tal; incluso está entre las “100 especies exóticas invasoras más dañinas del mundo”, según la lista del Grupo de Especialistas en Especies Invasoras en la página de Internet www.issg.org. Este reconocimiento lo obtuvo por los daños que provocó en Europa y en las zonas de Estados Unidos de donde no era oriunda: uno de ellos es la desaparición de otras especies de anfibios.
Un grupo de científicos integrado por Matías Arim, Marcelo Loureiro y Laufer, encontró ranas toro en 2005 en Rincón de Pando, Canelones, en 2009 en paraje Bizcocho, Soriano, y en Aceguá, Cerro Largo. Notó que afectaron el medio ya que en los lugares donde estaban, no había otros anfibios.
Quienes una vez fueron los dueños del “ranario” de Soriano le contaron a Laufer que “las ranas escaparon cuando el criadero se inundó en una crecida del arroyo Bizcocho”. Sin embargo, los científicos no lograron descubrir cómo salieron de los otros dos.
Se las criaba en piletas de hormigón cubiertas con nylon para que no saliesen. Algunas piletas, contó Laufer, llegaban a medir casi 300 metros cuadrados.
Realizando la investigación descubrió que los dueños de los criaderos pensaban que si la rana escapase no lograría subsistir, porque el clima de Uruguay no le sería propicio. Error. “El clima de Uruguay –aseguró– es muy bueno para ellas”.
La rana toro aún está atravesando la primera etapa, la de asentamiento, cuando todavía es controlable; luego comienza la fase de expansión en la que su control se vuelve mucho más costoso logística y económicamente. El director de la investigación, Matías Arim, señaló que “el costo económico y ambiental que provocaría erradicarlas una vez que comiencen a expandirse, podría ser mayor a los que causaría la rana”.
Hoy en día la especie invasora está en unos 15 charcos que no se alejan a más de dos kilómetros de los criaderos de donde escapó. Se calcula que una vez que comience la etapa de expansión avanzará entre uno a cinco kilómetros por año. Además Arim y Laufer afirmaron que las condiciones geográficas y climáticas de Uruguay son propicias para que viva en casi todo el país. “Sabemos que si comienzan a expandirse”, aseguró Arim que “causarán grandes daños, como disminuir la cantidad de especies de los sistemas acuáticos”.
Etapas de las especies invasoras
La primera etapa por la que atraviesa una especie invasora es la de asentamiento, durante la cual la especie se adapta al nuevo medio y controlarla es más fácil. La duración de ésta puede ser de un par de años hasta el punto de no pasar nunca a la segunda etapa, la de expansión.
Generalmente se descubre a las especies invasoras en el proceso de expansión, cuando es mucho más difícil detenerlas.
Una especie puede pasar a la segunda etapa por un cambio en el medio en el que habitan, como por ejemplo una sequía del charco donde viven, por lo que en el caso de las ranas, deben salir en busca de otros; por una transformación en la especie, como una mutación genética de algún tipo; o por algún otro cambio no identificado al que los científicos se refieren como el azar.
La tercera etapa es cuando la especie terminó su etapa de expansión y queda establecida en un territorio específico.
Laufer dijo que apenas descubrieron que había ranas toro en estado salvaje se lo informaron al Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente, recomendando erradicarlas. “Hasta ahora sólo se han hecho reuniones generales sobre especies invasoras”, informó Laufer y agregó: “Hablar siempre sirve pero es necesario aprovechar que se las descubrió en la etapa de asentamiento y actuar lo antes posible”.
Para “controlar” la especie, según Laufer, “habría que matarlas a todas, alambrándoles los charcos y secándolos, con redes o disparándoles, tal como se hizo en algunos lugares de Europa”.
Nota del periodista Mauricio sabaj
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Científicos publicaron un artículo sobre la invasión de la rana toro en Uruguay
23 • sept. • 2017 | Escribe: Leo Lagos Foto: en Ciencias
La tauromaquia es el arte de lidiar con los toros. Y gracias a científicos compatriotas, liderados por los biólogos Gabriel Laufer y Noelia Gobel, del Museo Nacional de Historia Natural, nuestro país está en mejores condiciones de lidiar con ese problema.
La rana toro (Lithobates catesbeianus) es una de las 100 especies invasoras más dañinas del mundo, no sólo por depredar y desplazar a las especies locales, sino también por portar el hongo Batrachochytrium dendrobatidis, que causa mortandad en los anfibios al afectar su piel e impedir que realicen el intercambio líquido y gaseoso con el ambiente. Nuestro país, en el que la rana toro se introdujo con fines productivos en 19 granjas durante la década del 80, no está a salvo de su presencia perjudicial, ya que las ancas de rana no fueron el negocio esperado y, al cerrarse los emprendimientos, nadie controló el destino de los animales. Pero como la ciencia no se trata de generar alarma sino conocimiento, hay que celebrar el trabajo, que terminó con la publicación del artículo “Estado actual de la invasión de la rana toro en Uruguay” en la publicación Biological Invasions de la prestigiosa editorial científica Springer, a cargo de los compatriotas Gabriel Laufer, Noelia Gobel, Claudio Borteiro, Álvaro Soutullo y Claudio Martínez Dabat y Rafael O de Sá.
El estudio, que realiza el seguimiento de zonas invadidas por la rana toro desde 2005 a 2015, permitió ver que en dos locaciones, Aceguá y San Carlos, el batracio invasor se ha expandido, y en el caso de Aceguá exponencialmente, en dos lugares la rana no logró establecerse, al tiempo que registra por primera vez su presencia en plena zona urbana de Montevideo. Sin embargo, los autores reconocen que “la invasión está en una etapa temprana, con poblaciones muy localizadas, lo que permitiría la implementación de planes de contingencia poco costosos, siendo la erradicación una opción plausible”. Es que como señalan los propios autores, “es raro detectar una invasión en etapa temprana con un mapeo tan detallado”, y dado que las dos zonas en las que se ha establecido están muy acotadas (menos de 6 km 2 en Aceguá y 1 km 2 en San Carlos), pensar en librarnos de este invasor perjudicial no sólo es posible, mediante el secado de los cuerpos de agua, casi todos artificiales y dentro de predios ganaderos, y el aislamiento y exterminio de los individuos existentes, sino que es imperioso hacerlo cuanto antes si no queremos enfrentarnos a daños severos e irreparables a los ecosistemas.
Este minucioso seguimiento del estado de la invasión también permitió que los investigadores publicaran otros dos trabajos: uno en el que estudiaron las horas de mayor actividad de su canto (que permite detectar su presencia y, por tanto, monitorear la invasión) y otro en el que analizaron la dieta de los renacuajos de la rana toro. De esta manera, la labor de nuestros compatriotas es útil para otros científicos que estudian la invasión de ranas toro, ya que concluyeron que canta entre las 20.00 y las 5.00, durante la etapa reproductiva, una actividad mucho más prolongada que la de las ranas nativas, al tiempo que vieron que la alimentación más rica en proteínas de los renacuajos de rana toro comparada con la de los anfibios nativos podría ser una clave para el éxito expansivo de la especie.
Para demostrar que los científicos son honestos, el trabajo denuncia la aparición de la rana toro en estado salvaje en la zona urbana montevideana, específicamente en un único cuerpo de agua artificial... ¡dentro del Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable! Los autores señalan que esto demuestra “el poco conocimiento que se tiene del riesgo que implica utilizar especies exóticas invasoras como modelos de investigación”.
La ciencia tiene múltiples fines. Y uno de ellos es ayudarnos a tomar mejores decisiones. Los cuerpos de agua en los que trabajar hoy son 23. “La primera vez que advertimos sobre este problema, en 2007, los cuerpos de agua con ranas toro eran apenas cuatro”, me dice Gabriel. Hacer caso omiso a este estudio, que no sólo señala lo oportuno de tomar medidas cuanto antes en Aceguá y San Carlos, sino que además indica que, dadas las características y el mapeo detallado, el éxito de la erradicación es relativamente sencillo de alcanzar, más que un caso de miopía sería un acto de negligencia para un país que gusta de ponerse el sello de “natural”.
Estado de una invasión | • Costa de Pando, Canelones, primer reporte: 2005, estado actual: sin avistamientos por diez años.Paraje Bizcocho, Soriano, primer reporte: 2007, estado actual: sin avistamientos por diez años, dado que la producción de soja, que nivela los terrenos y elimina los cuerpos de agua, no sólo exterminó a la rana toro sino a otra gran cantidad de anfibios nativos. • Aceguá, Cerro Largo, primer reporte: 2007, estado actual: expandiéndose exponencialmente (presencia en 23 cuerpos de agua). San Carlos, Maldonado, primer reporte: 2015, estado actual: expandiéndose (presencia en seis cuerpos de agua). • Montevideo, primer reporte: 2017, estado actual: tirón de oreja para los científicos. Clic en la siguiente imagen para verla mas grande.
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