Generaciones y generaciones de uruguayos aprendieron en la escuela que los indios que habitaron estas tierras antes de la llegada de los europeos y durante la conquista fueron salvajes y primitivos cazadores de los cuales solo cabía destacar su fiereza.
Sin embargo, hallazgos arqueológicos recientemente realizados en las sierras de San Miguel, departamento de Rocha, en pacientes estudios de los cerritos de indios, han cuestionado severamente aquellas teorías basadas en investigaciones anteriores y en el relato de los conquistadores.
Los cerritos de indios son pequeñas elevaciones cuya estatura oscila entre unos decímetros y nunca más de tres metros, pero aún así muy visibles en tierras llanas. Muchas veces los árboles crecen sobre ellos, lo que los hace contrastar, aún más fuertemente, con su entorno de vegetación no arbórea.
Como son fáciles de distinguir, estos sitios arqueológicos son vulnerables y han sido afectados. Sobre algunos de ellos se han construido galpones o puestos, otros han servido para plantar maíz o zapallo y otros han sido destruidos totalmente dejando paso a los arrozales.
Sus emplazamientos están íntimamente vinculados a áreas bajas, planicies, esteros y bañados. En Rocha son especialmente abundantes en los bañados de India Muerta, San Miguel y Pelotas, así como en el paso Barrancas.
En los estudios que se han realizado se han encontrado recurrentemente restos humanos por lo que se ha deducido que tenían un fin funerario, sin excluir otros posibles usos en algún momento de su ocupación. En cambio, una interpretación aceptada en círculos arqueológicos brasileños sostiene que los cerritos eran construcciones realizadas por los primitivos
habitantes de estas zonas para mantenerse a salvo de las inundaciones. Esta teoría parece ser desmentida por la existencia de cerritos de indios en zonas no inundables o muy próximos a elevaciones naturales.
Indios de 18 de Julio
En julio de 1991 los descubrimientos realizados por un grupo de científicos en un cerrito de indios cercano al pueblo de 18 de Julio fueron categóricos en cuanto a atribuir un alto grado de desarrollo a la sociedad de los aborígenes que poblaron esa región.
El asunto tuvo repercusión internacional. Un cable de la agencia de noticias Reuter dijo que el hallazgo podía “cambiar la historia oficial del Uruguay”.
“Lo que estudiamos es un yacimiento llamado cerrito, o sea una elevación artificial construida por los indios para enterrar allí a sus muertos”, declaró a esa agencia uno de los investigadores.
“El hecho de que los indios elevaran este tipo de construcción con fines de culto revela un grado de complejidad sociocultural que hasta ahora se desconocía para los indios que poblaron esta tierra”, agregó.
Los científicos señalaron que aquellos indígenas no eran típicamente nómades como se creía, sino que ocupaban ciertos sitios durante un largo tiempo para luego marcharse, practicando una especie de “sedentarismo dinámico”.
En el cerrito estudiado en 18 de julio se encontraron una docena de esqueletos de entre 2.000 y 2.500 años de antigüedad, trozos de cerámica, restos de comida, boleadoras y adornos funerarios como dientes de lobo de mar y caracoles de río. Estos últimos objetos demostraron para los estudiosos la preocupación de aquellas tribus por la vida después de la muerte.
Los esqueletos no serían de indios charrúas, dijeron, sino de los arachanes, mucho menos conocidos que aquellos porque misteriosamente desaparecieron de todas las crónicas históricas hacia el año 1700, posiblemente exterminados por buscadores de esclavos provenientes del Brasil.
Tomado de: PROBIDES. 1999. Guía ecoturística de la Reserva de Biosfera Bañados del Este.
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